El guión que escribo día a día
Jul. 30th, 2009 10:55 pmSi no estás me pongo triste, curiosa afirmación que me cuesta escuchar de labios ajenos y no pronuncio con los propios. Pero me lo dicen de todas formas y yo sólo niego con la cabeza, mientras me pregunto cómo haré cuando la historia se escriba desde la distancia, cuando la atención se concentre en la lectura y yo sólo pueda abstraerme para de tus labios ser prisionera. Me asusta no poder enfocarme en mis asuntos, entre libros estar sepultada, más que viva, más que muerta, pero atenta. Y es que mi refugio de antaño, aquel lugar sin residencia, sin hogar más que el que mi cabeza pudiera construir, que de volar me hacía capacitada por unas horas, hoy es el palacio del olvido, de lo que no haré hoy por la noche, mientras la diatriba que construyo sobre tu aroma se expande en mi mente.
Se viene la noche oscura del idilio que me plantaste sobre la historia que me esforcé por construir durante años. Saber a ciencia cierta quién soy y lo que quiero, era la premisa del deseo más puro que se pudiese concebir. Hoy las coordenadas se me confunden, porque no quiero estar en la desolada noche de tu ausencia. Me dolerá hasta sangrar la existencia, la costumbre de contarte mi día se hace insoportable, y sangra cada vez más la mañana. Trato de dormir las horas y así extender la inconsciencia, pero despierta tendré que soportar la soledad que dejas en mis días. Y sangra la tarde.
Verdad incierta la de no tenerte cerca, la de no saber qué harás hoy por la noche. Tratando de sobrellevar cada caricia que se extingue con el correr del reloj, busco las alternativas plausibles para no correr a tu lado. El lugar más propicio para demoler el camino que lleva hasta tu abrazo es la memoria, acudo a ella y cada espacio lo lleno con su saber, con los aprendizajes que me entrega cuando de dolor estoy por sucumbir. La noche sangra.
Te amo y duele la distancia, duele no saber tu día, pero lo que me mata suavemente es saber que tú no mueres sin mí.
Se viene la noche oscura del idilio que me plantaste sobre la historia que me esforcé por construir durante años. Saber a ciencia cierta quién soy y lo que quiero, era la premisa del deseo más puro que se pudiese concebir. Hoy las coordenadas se me confunden, porque no quiero estar en la desolada noche de tu ausencia. Me dolerá hasta sangrar la existencia, la costumbre de contarte mi día se hace insoportable, y sangra cada vez más la mañana. Trato de dormir las horas y así extender la inconsciencia, pero despierta tendré que soportar la soledad que dejas en mis días. Y sangra la tarde.
Verdad incierta la de no tenerte cerca, la de no saber qué harás hoy por la noche. Tratando de sobrellevar cada caricia que se extingue con el correr del reloj, busco las alternativas plausibles para no correr a tu lado. El lugar más propicio para demoler el camino que lleva hasta tu abrazo es la memoria, acudo a ella y cada espacio lo lleno con su saber, con los aprendizajes que me entrega cuando de dolor estoy por sucumbir. La noche sangra.
Te amo y duele la distancia, duele no saber tu día, pero lo que me mata suavemente es saber que tú no mueres sin mí.