Buena suerte y hasta luego
Aug. 14th, 2009 09:00 pmUn momento en el centro del sol es suficiente para calentar lo secular del tiempo, lo frío de mis mañanas, los juegos en los que callo por defecto, por desesperación, porque la tristeza se vuelve la opción más plausible en los momentos en que finaliza la función, cae el telón y no se vuelve a levantar por mucha fuerza a la que recurra. Porque Camila muere sin más remedio que llevarle flores, calas o girasoles, porque el resto se posan altaneras sobre el resto del reino vegetal, porque son las únicas flores de “marca” que le caen bien.
Preparada para un cataclismo que se lleve a la humanidad, para el derrumbe de sus sueños, para la salida del sol por la ventana equivocada, para mentir frente el espejo, frente a las personas menos correctas, pero más vulnerables. Lista para salir corriendo, apta para morir y esperar el germinar de una nueva mirada, no sé si más o menos sincera, pero con los ojos llenos de lágrimas, que no se irán del espectro, construirá otro día y otro más, algo que se prolongue y podamos llamar futuro, un saber necesario en el momento de empezar de cero, un ignorar necesario cuando duele.
Podríamos decir que Camila se nos va, se aleja sin mirar atrás, sangrando a borbotones sutiles a la vista pedestre, porque no quisieron lastimarla, aunque no importen los motivos del error que la dejó mirando al sudeste, mirando el último horizonte.
Podríamos decir que Camila ya no está, pierde forma en la última línea que se delimita en la distancia. Podríamos decir que nos duele la pérdida, pero sabemos que todo se pierde en el camino y después de llorar una eternidad, vemos que nace la esperanza, no creo que alegría, pero quizás lo que no supongo también es posible, lo que no visualizo también se conforma entre los escombros.
Y no prometo dejar de llorar por su recuerdo, lo que sí prometo es dejarla ir en paz, porque así era ella, sabía que perder es la posibilidad más cierta entre las incertidumbres que conllevan amar. Y sé amar de muchas formas...te amo, amigo.
De una pasajera en trance que te dice mucho gusto, bienvenido.
Preparada para un cataclismo que se lleve a la humanidad, para el derrumbe de sus sueños, para la salida del sol por la ventana equivocada, para mentir frente el espejo, frente a las personas menos correctas, pero más vulnerables. Lista para salir corriendo, apta para morir y esperar el germinar de una nueva mirada, no sé si más o menos sincera, pero con los ojos llenos de lágrimas, que no se irán del espectro, construirá otro día y otro más, algo que se prolongue y podamos llamar futuro, un saber necesario en el momento de empezar de cero, un ignorar necesario cuando duele.
Podríamos decir que Camila se nos va, se aleja sin mirar atrás, sangrando a borbotones sutiles a la vista pedestre, porque no quisieron lastimarla, aunque no importen los motivos del error que la dejó mirando al sudeste, mirando el último horizonte.
Podríamos decir que Camila ya no está, pierde forma en la última línea que se delimita en la distancia. Podríamos decir que nos duele la pérdida, pero sabemos que todo se pierde en el camino y después de llorar una eternidad, vemos que nace la esperanza, no creo que alegría, pero quizás lo que no supongo también es posible, lo que no visualizo también se conforma entre los escombros.
Y no prometo dejar de llorar por su recuerdo, lo que sí prometo es dejarla ir en paz, porque así era ella, sabía que perder es la posibilidad más cierta entre las incertidumbres que conllevan amar. Y sé amar de muchas formas...te amo, amigo.
De una pasajera en trance que te dice mucho gusto, bienvenido.